Algo que perdure en su vida, que le dé coherencia, seguridad, motivación y capacidad para superar los obstáculos.
Un pilar que le ofrezca estabilidad a pesar de los vaivenes de la vida, que le aporte base para sentirse una persona feliz, completa, única, aceptando sus limitaciones.
Los ingredientes que no pueden faltar en este regalo:
Estabilidad:
Una base estable proporciona una sensación de seguridad y control. Por ejemplo, establecer unas rutinas diarias ayudará a que el niño se sienta seguro, le transmitirá una sensación de regularidad. El bebé irá aprendiendo, a través de las repeticiones, a crear relaciones entre los acontecimientos, aprenderá que tras el momento del baño viene el momento de tomar su biberón. Poder anticipar los acontecimientos le dará una sensación de control y de seguridad, permitiéndole sentirse confiado y abrirse al mundo exterior. Si el bebé no se siente seguro, gastará su energía vital en tranquilizar sus adentros, invertirá su esfuerzo en autocalmarse. No se abrirá al mundo de manera confiada sino con miedo. El mundo exterior representará una amenaza para su seguridad.
Además de establecer una regularidad en el día a día, la coherencia y la consistencia en nuestra conducta también le proporcionarán la sensación de estabilidad.
Coherencia:
Cuando los padres dan una respuesta similar ante una situación concreta. Por ejemplo, imaginemos que el niño se sube al sofá con los zapatos y unas veces su madre le regaña y otras le ríe la gracia. En este caso no habrá coherencia porque las pautas varían en una misma situación. Uno de los
efectos que produce la falta de coherencia es que el niño no podrá aprender a establecer una
relación entre su conducta y la de los demás. Algo básico para su desarrollo social.
Consistencia:
cuando los padres dan respuestas que son estables en el tiempo. Por ejemplo, “papá y mamá siempre me riñen si me subo con los zapatos al sofá”. ¿Qué pasaría si unas veces le riñen y otras no?
No habría consistencia porque la pauta aparece unas veces y otras no ante la misma situación. En este caso al niño le será difícil establecer una relación estable entre su conducta de subirse al sofá y la regañina de mamá o papá. Si nuestra forma de responder a una situación concreta se mantiene a lo largo del tiempo, el niño podrá asociar más fácilmente la relación entre un hecho y otro. Esto le permitirá anticipar o predecir situaciones, lo que le aportará sensación de control y seguridad.
Tanto la coherencia y la consistencia le aportan al niño estabilidad y le permiten entrenar su capacidad de predecir acontecimientos. Esta capacidad de predicción va a ser fundamental para anticipar lo que puede ir sucediendo. A su vez, poder anticipar los acontecimientos, le ayudará a sentirse más seguro en un mundo versátil y cambiante. Esa seguridad será un punto de apoyo desde donde poder otear y aprender del entorno.
Los niños que crecen con falta de seguridad en su entorno suelen ser temerosos, su natural curiosidad por explorar se debilita. Los padres y el hogar somos la base segura a partir de la cual explorar. De esta forma, el bebé va aprendiendo que así puede alejarse unos pasos, unos instantes para explorar y rápidamente volver, porque la base segura siempre está ahí. Durante el desarrollo normal, los instantes y los pasos serán
cada vez mayores, el niño habrá aprendido que hay una base estable y segura a la que siempre podrá volver.
Límites:
Para construir una casa necesitamos acotar un espacio, poner unos límites para levantar paredes. De un modo similar, la construcción de la personalidad también requiere de pilares y paredes que sostengan su estructura. Esos pilares y paredes se asientan a partir de unos límites. Los niños necesitan límites y pautas para desarrollarse de forma adecuada. Establecer límites y pautas no es un derecho paterno, es un criterio necesario para ejercer una paternidad responsable. Los límites conllevan saber lo que se puede o no se puede hacer, esto le transmite
seguridad al niño, le confiere estructura al delimitar o dibujar el esquema de su margen de acción. Por ejemplo, imaginemos ahora que en nuestro trabajo no hubiese normas, nadie supiese a qué hora tiene que entrar o salir, qué tareas puede o no realizar…caótico, ¿verdad? No queremos más a nuestros niños por dejarles hacer en todo momento lo que quieran. No les aportamos más libertad sino caos e inseguridad. Por otro lado, es importante tener en cuenta que tanto la cantidad como la cualidad de los límites deben adecuarse a la edad del niño.
Confianza:
refleja lo que esperamos de alguien. Actúa como un espejo. Nuestros niños crecen mirándose en ese espejo “social”. Irán haciendo suyo ese espejo y construyendo con él su propia autoimagen. Si los demás confían en mí, aprenderé a confiar en mí. El miedo de los padres a
que su hijo sufra, no pueda, falle, se caiga…se refleja
muy fácilmente en ese espejo, mostrando al niño que se teme por él, que no confiamos. Es por esto que la sobreprotección es un amor muy desconfiado. Cuidado con él.
Respeto:
Nuestro hijo no es una extensión de nosotros. Tiene su propia identidad y por tanto, puede tener sensibilidades, necesidades y puntos de vista distintos a los nuestros. Escuchémosle, mostremos nuestro respeto ante sus emociones, no las censuremos. Hagámosle partícipe del sistema familiar, donde también se escucha su opinión,independientemente de la decisión final que se tome, porque son los padres los que tienen la autoridad para decir la última palabra. El respeto no está reñido con la autoridad. Por otro lado, el respeto se retroalimenta bidireccionalmente: si nosotros somos respetuosos con el niño, él aprenderá a serlo también, no sólo con los demás sino también consigo mismo.
Reflexionemos sobre frases como: “pareces tonto”, “qué torpe eres”, “llorar es de bebés”, etc.
Sentido común:
Seamos prudentes, lógicos y razonables. Educar no es cuestión de fuerza ni de inhibir libertades. Educar está relacionado con enseñar el camino para convertirse en una persona autónoma en todos los ámbitos (personal, laboral, social), siendo capaz de gestionar sus propias emociones, sentimientos y pensamientos, conduciéndose hacia el objetivo de vivir responsable y felizmente. Todo ello se va logrando durante un proceso de aprendizaje que debe reunir los ingredientes adecuados.
ESTE ARTÍCULO NO ES UN MEDICAMENTO,
NO OBSTANTE LEA DETENIDAMENTE LAS INSTRUCCIONES
EN CASO DE DUDA CONSULTE CON SU ESPECIALISTA.
Tu hijo adulto te lo agradecerá.
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